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Cómo las viejas repúblicas comunistas se convirtieron en el centro de la ultraderecha europea

 

Dalia Grybauskaite, expresidenta de Lituania y Andrzej Duda, presidente de Polonia, entrevistados en World Economic Forum, 2018. Photo by World Economic Forum on Foter.com / CC BY-NC-SA

 

Autora: Carlota Pérez Martínez. Graduada en Periodismo y Relaciones Internacionales.

RESUMEN

Polonia y Hungría son el ejemplo perfecto de cómo un nacionalismo de derechas ha destruido los cimientos de sus democracias liberales que lograron conseguir tras la caída del telón de acero en 1989 y la consiguiente derrota del comunismo.

ABSTRACT

Poland and Hungary are the perfect example of how right-wing nationalism has destroyed the foundations of their liberal democracies which they managed to achieve after the fall of the Iron Curtain in 1989 and the consequent defeat of communism.

En su libro Los orígenes del totalitarismo (Schocken Books, 1951), Hannah Arendt escribió: “Las soluciones totalitarias pueden sobrevivir a la caída de los regímenes totalitarios en forma de fuertes tentaciones que aparecerán cada vez que parezca imposible aliviar la miseria política, social, económica en una manera digna de los hombres”. Los ecos del totalitarismo comunista, que tanto Hungría como Polonia vivieron hasta 1989, siguen sonando, si bien ahora en una forma de chovinismo nacionalista de ultraderecha, esto es, ultraconservador y ultracatólico, en los gobiernos de Viktor Orbán y Andrzej Duda. Ambos países se encuentran en una deriva autoritaria e iliberal, y en el punto de mira de Bruselas.

Polonia y Hungría son dos países que pasaron de tener una económica estatalizada a una economía de mercado en los años 90. El paso de una dictadura comunista a una democracia liberal, al estilo europeo, sirvió a ambos países para entrar a formar parte de instituciones como la Unión Europea, ambos en 2004. Con una mejora en los estándares de libertades, derechos humanos, civiles y políticos, Polonia en 1999 entró en la Alianza del Atlántico Norte (OTAN).

El fin del régimen comunista siguió con la victoria del sindicalista de Solidaridad, Lech Walesa, que impulsó una transformación hacia la económica capitalista. Pero una profunda crisis económica hizo que el carismático líder perdiera en 1995 y el antiguo comunista Aleksander Kwasniewski se convirtiera en el nuevo líder polaco. No fue hasta 2015 cuando el partido Ley y Justicia, ultraconservador y ultracatólico, consiguió la mayoría absoluta y sembró las semillas del nacionalismo reaccionario. En Budapest, tras la configuración de la Tercera República en 1989, se constituyó una democracia parlamentaria que fue virando hacia un conservadurismo cada vez mayor.

Pero la crisis de 2008 y varios escándalos hicieron que Fidesz lograra una mayoría aplastante en las elecciones de 2010 y Orban se convirtiera en el primer ministro. Desde entonces, una campaña contra el Estado de derecho, los migrantes y los postulados de la Unión Europea han sido el centro de los ataques de Orban en sus políticas y discursos.

En una década caracterizada por la recesión económica, un aumento de las desigualdades y una crisis migratoria, la aparición de formaciones populistas ha sido el resultado de una inestabilidad política y social. Tiempos llenos de “frustraciones y ansiedades colectivas”, como los describe el profesor Maldonado han sido la principal causa que lleva al individuo a buscar respuestas sobre una sociedad que no comprende y por ello, busca a aquellos que, apelando más a los sentimientos que a la razón, capitalizan el malestar colectivo. De ahí se entienden las revueltas contra las elites, la división de un ‘nosotros’ y un ‘ellos’ y la apelación a la soberanía popular.

En la actualidad, en la gran parte de los países del viejo continente existe un partido populista exitoso de ultraderecha. Tal y como recoge en el explicativo libro Una breve introducción al populismo (Alianza Editorial, 2017) de Cas Mudde y Cristóbal Kaltasser Rovira, “en casi un tercio de estos países, de los tres partidos más importantes uno es populista”. Aunque en los últimos años, el populismo de derecha más radical ha tenido como grandes exponentes a la Agrupación Nacional (antiguo Frente Nacional) de Marine Le Pen y a la Liga de Matteo Salvini, ha sido en Europa Central y del Este donde más han calado: el Ekre en Estonia, el Fidesz y Jobbik en Hungría, Orden y Justicia en Lituania y el Kukiz’15 y PiS en Polonia.

Pero el giro hacia posiciones sociopolíticas más radicales en los últimos años de Varsovia y Budapest ha puesto de manifiesto que los votantes de PiS y de Fidesz no solo se encuentran lejos del liberalismo social que promueve la igualdad entre hombres y mujeres, la libertad sexual o religiosa, sino que también se han alejado de los conceptos como derechos humanos, democracia o progreso que no encajan con la identidad polaca o húngara.

Una investigación llevada a cabo por Andrés Santana, Piotr Zagórski y José Rama para la revista académica East European Politics sobre las características de los votantes de Europa del este determinó que, si bien se suele pensar que “los perdedores de la globalización” son los votantes de partidos populistas de la derecha radical, en Europa del Este -y en concreto en Polonia y Hungría- no es una causa común, sino que es el sentimiento antieuropeo “lo que une a los votantes”. El discurso de Orban y Kaczynski se centra en la pérdida de la soberanía nacional en favor de las instituciones europeas, lo que ataca a los intereses propios de Varsovia y Budapest, según sus líderes.

Viktor Orban, presidente de Hungría durante su discurso en el Congreso del EPP, Malta 2017. Photo by More pictures and videos: connect@epp.eu on Foter.com / CC BY

Ambos países han sido denunciados por organizaciones proderechos humanos como Human Rights Watch o Reporteros Sin Fronteras que han pedido a la Unión Europea sanciones por la violación de la libertad de prensa. Las instituciones europeas también se han levantado en contra de las decisiones tomadas por ambos gobiernos como con la purga que el Gobierno polaco llevó a cabo con los jueces del Tribunal Supremo. Los dos gobiernos han surgido tras la celebración de elecciones libres y justas, pero están derivando en un autoritarismo que rompe los cimientos de la democracia liberal.

El apoyo de húngaros y polacos a los dos partidos de ultraderecha podría tener la explicación al categorizar a estos ciudadanos con el término que acuñó el escritor y sociólogo Aleksandre Zinoviev: “Homo sovieticus”, en el libro del mismo nombre y que recuperó la socióloga Masha Gessen en su libro El futuro es historia. Rusia y el regreso del totalitarismo. El Homo Sovieticus necesita un líder fuerte, donde el nacionalismo se ha convertido en la ideología oficial dejando a un lado la nostalgia comunista, donde, además, los valores tradicionales y un odio contra el enemigo externo (inmigrantes) y el interno (homosexuales) caracterizan al individuo.

El Homo sovietius se ha adaptado a las nuevas circunstancias y ha dejado de lado el totalitarismo soviético abrazando el autoritarismo de Kaczynski y Orban. Esta idea continúa con la expuesta en 1951 por Arendt cuando hablaba de las tentaciones autoritarias. Hoy, la crisis de los refugiados, la recesión económica y las consecuencias de la pandemia pueden agravar estos impulsos totalitarios que están degradando a dos países miembros de la Unión Europea.

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20 de enero de 2021

ISSN 2340 – 2482

Palabras clave: ultraderecha, populismo, Europa, Estado de derecho, Hannah Arendt, radicalismo.

Key words: populism, Europe, Rule of Law, Hannah Arendt, radicalism.

BIBLIOGRAFÍA

Arendt, H. (1951). Los orígenes del totalitarismo. Madrid, España: Taurus

Arias Maldonado, M. (2016). “Para comprender el populismo (I)”. Revista de Libros. Recuperado de https://www.revistadelibros.com/blogs/torre-de-marfil/para- comprender-el-populismo-i

Gessen, M. (2018). El futuro es historia. Rusia y el regreso del totalitarismo. Madrid. Turner

Mudde, C. & Kaltwasser, R. C.,(2019). Populismo: una breve introducción. Madrid, España: Alianza Editorial.

Rama, J., Santana, A. & Zagórski, P. (2020). At odds with Europe: explaining populist radical right voting in Central and Eastern Europe. Journal of East European Politics. Pagez 288-309


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