Dizzy Gillespie, Louis Armstrong, Benny Goodman, Duke Ellington…todos ellos fueron «embajadores del jazz» durante la Guerra Fría. Esta estrategia de soft power estadounidense se denominó «diplomacia del jazz». Camuflaron sus valores democráticos a través de la música para llevarla directa al nido del enemigo. Fue una de sus más exitosas, aunque también una de las menos conocidas.