ORGANIZACIÓN PARA EL FOMENTO DE LOS ESTUDIOS INTERNACIONALES

El país en eterno conflicto: Sudán

Natalia Sette Hernández. Relaciones Internacionales y Periodismo

RESUMEN

Sudán lleva años sumido en numerosos conflictos a lo largo de todo el país. En este artículo hacemos un repaso a la historia del país y explicamos los conflictos más importantes hasta la actualidad. Hoy en día, miles de sudaneses siguen llenando las calles pidiendo estabilidad para su país.

ABSTRACT

Sudan has been involved in numerous conflicts throughout the country for years. In this article we take a look at the history of the country and explain the most important conflicts up to the present day. Today, thousands of Sudanese continue to fill the streets demanding stability for their nation.

Aladdin Mustafa. Fuente: Pexel.com

El 30 de junio de 1989 el desconocido brigadier Omar Hassan Ahmed al Bashir tomó las riendas del poder en Sudán mediante un golpe de Estado incruento que otorgó a una junta militar denominada Consejo del Mando Revolucionario (RCC) las competencias de gobierno. La presidencia del RCC fue adjudicada a Bashir quien firmó sucesivos decretos como teniente coronel, asumiendo la jefatura del Estado y los cargos de primer ministro, ministro de defensa y comandante en jefe del Ejército.

La toma del poder significó la inmediata suspensión de la Constitución provisional de 1986 y la disolución de la Asamblea Constituyente, del Consejo de Ministros y del jefe del Consejo de Estado. Asimismo, se abolieron todos los partidos políticos y organizaciones sindicales y profesionales, y se confiscaron sus propiedades. La prensa fue limitada a los medios gubernamentales y se declaró el Estado de emergencia en todo el país.

Los partidos políticos y las organizaciones sindicales fueron prohibidos y muchos líderes políticos fueron encarcelados. Las antaño poderosas organizaciones sindicales fueron vedadas una hora después del golpe y la instauración de la pena de muerte en caso de huelga no dejó muchas dudas sobre las intenciones del nuevo Gobierno respecto al papel del trabajo y la oposición en el nuevo régimen.

Bashir, que por entonces comandaba la VIII Brigada de Infantería y participaba en los combates contra la guerrilla sursudanesa del Movimiento/ Ejército de Liberación del Pueblo Sudanés (SPLM/A), se adjudicó la jefatura del RCC, la del Gobierno y tomó las riendas del Ministerio de Defensa y de las Fuerzas Armadas. En julio nombró Ministro del Interior a su fiel colaborador y convencido islamista, el coronel Faisal Ali Abu Salih, que se encargó de reorganizar la estructura de inteligencia de Sudán y tomó control de la seguridad interior y exterior.

Se impuso la visión e interpretación que el NIF (Frente Islámico Nacional) tenía del islam. Se llevó a cabo un proceso de legitimación que implicaba una lectura literal del islam para hacer del mismo una religión étnica que, además, habría de ser impuesta a los no musulmanes. Ello tuvo consecuencias muy negativas para el resto de etnias no árabes del país y, sobre todo, para las etnias no musulmanas. Por consiguiente, aquellos que estuvieran al margen de esta sociedad sudanesa homogénea no serían considerados sudaneses.

A partir de entonces, el nuevo régimen islamista del NIF se sustentó en una sistemática y metódica utilización del terror para la perpetuación en el poder y todos los sectores de la población han sufrido algún tipo de represión. Al Bashir se convirtió así en uno de los dirigentes más perdurables de Sudán.

A principios de 2003 comenzó un conflicto en el oeste de Sudán. Dos grupos africanos rebeldes empezaron una revuelta contra el Gobierno. El Ejército de Liberación de Sudán (ELS) y el Movimiento por la Justicia y la Igualdad (MJI) acusaron a Jartum de negligencia con la región y de armar a las milicias árabes que comenzaban a hostigar a la población civil en Darfur. En el enfrentamiento entre las organizaciones africanas y los janjawid -milicia popular de tribus árabes sudanesas-, la población civil fue la más perjudicada. En lugar de combatir con las fuerzas rebeldes, los janjawid se dieron a la práctica sistemática de ataques directos a la población perteneciente a los grupos étnicos de los insurrectos. La mayoría de los habitantes de Darfur son africanos.

Las fuerzas rebeldes consideraron que los ataques de las milicias respondían al interés del Gobierno de Jartum por promover el asentamiento de población árabe en Darfur. Son muchas las organizaciones internacionales que han denunciado que los janjawid actuaron con la complicidad del Gobierno. Los refugiados hablan de ataques a sus pueblos con helicópteros militares, seguidos por milicias a caballo que violan, matan y saquean. A principios de abril de 2004, el coordinador de emergencias de Naciones Unidas, Jan Egeland, acusó al Gobierno de Jartum de tolerar la limpieza étnica a manos de las milicias árabes.

En 2005, el Consejo de Seguridad de la ONU remitió la crisis de Darfur a la Corte Penal Internacional tras una investigación de la Comisión de Investigación de la ONU sobre Darfur, cuyas conclusiones fueron que se habían cometido crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra en ese estado. La Corte dictó órdenes de detención contra cuatro miembros del gobierno sudanés, entre ellos el ex presidente Omar al Bashir.

El conflicto en Kordofán del Sur comenzó en junio de 2011 y se extendió a Nilo Azul en septiembre de ese año, cuando las fuerzas gubernamentales lucharon contra el Movimiento/Ejército de Liberación Popular de Sudán-Norte (SPLM-N) y forzaron la huida de al menos 200.000 civiles a Sudán del Sur buscando refugio. El acuerdo firmado por las partes enfrentadas en marzo de 2016 aplacó los combates y permitió que el Grupo de Alto Nivel de la Unión Africana presidido por el expresidente sudafricano Thabo Mbeki tratara de impulsar negociaciones de paz, sin ningún éxito tras varios intentos. Los esfuerzos del grupo se vieron eclipsados por las protestas populares de diciembre de 2018.

Al-Bashir respondió a estas manifestaciones y disturbios con medidas y estrategias punitivas, como la obstaculización del acceso a redes sociales, toque de queda y el cierre de escuelas en Sudán. En febrero del 2019, disolvió los gobiernos regionales, reemplazándolos por oficiales militares y del servicio de inteligencia. Finalmente, el 11 de abril de 2019, las SAF -Fuerzas Armadas de Sudán-, bajo el liderazgo del teniente general Ahmed Awad Ibn

Auf, obligaron a dimitir a Omar Al-Bashir. Auf anunció la suspensión de la constitución de Sudán, y declaró un estado de emergencia de tres meses, seguido de un periodo de transición de dos años para dar lugar a un gobierno civil bajo un consejo militar.

Este episodio no sólo fue el fin del gobierno autoritario de Al-Bashir, sino también el inicio de un nuevo período inestable en el que el poder civil intentó ser parte activa de la política de Sudán agrupándose en las Fuerzas de la Libertad y el Cambio. Además, fue un período donde aumentaba la aprobación internacional del poder civil, el país veía posibilidades de levantar las sanciones internacionales al ser retirado de la lista norteamericana de Estados patrocinadores del terrorismo.

La estabilidad nacional quedó pendiendo de un hilo tras el fallido golpe de Estado ocurrido en la madrugada del 21 de septiembre del 2021. El acto fue respaldado por aquellos que apoyaban los “restos del régimen difunto” haciendo referencia a exfuncionarios del gobierno de Al-Bashir. En este acto no solo se vieron implicados militares, sino también civiles leales al antiguo régimen.

Uno de los principales factores que contribuyó a intentar derrocar al gobierno cívico-militar fueron las duras reformas económicas emprendidas por el gobierno para subsanar la deuda contraída con el FMI. Las protestas no tardaron en estallar. Los manifestantes consideraron que el aumento del costo de vida y las medidas respaldadas por el FMI, que incluían la reducción de subsidios y la flotación controlada de la libra sudanesa, eran abusivas.

Actualmente se enfrentan el Ejército sudanés, liderado por el general Abdel Fattah al-Burhan, y las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), lideradas por Mohamed Hamdan Dagalo. Miles de sudaneses están saliendo a las calles para protestar pidiendo que los militares que dieron el golpe entreguen el poder a los civiles.

Potencias regionales y mundiales y organizaciones internacionales han pedido el cese de la violencia. El secretario general de la ONU, António Guterres, se ha reunido con la Unión Africana, la Liga Árabe y representantes de otras organizaciones para discutir la situación Según los servicios humanitarios de Naciones Unidas, la comida y el combustible están empezando a escasear en algunas zonas de Sudán. Muchas personas necesitan atención médica urgente a la que no están pudiendo acceder por la violencia existente. ¿Pararán en algún momento los conflictos en este país?

17 Mayo 2023

ISSN: 2340 – 2482

BIBLIOGRAFÍA

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Herrero, A. (2015). Aproximación al conflicto armado en el Gran Darfur. Revista de Paz y Conflictos, 8(1), 151-178. https://doi.org/10.30827/revpaz.v8i1.2505

Herrero, A. (2018). Conflictos armados y represión durante el primer gobierno del presidente Omar El Bashir en Sudán (1989-1999). Revista de Paz y Conflictos, 11(1). https://doi.org/10.30827/revpaz.v11i1.5778

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