Autora: Celia Rodríguez Rosa. Estudiante de Derecho y Relaciones Internacionales
RESUMEN
Como si de una realidad distópica se tratara, nos vemos sumidos en unos retos que nada tienen que ver con lo que entendíamos como dificultades. Por ello, en vistas a esta nueva situación hiperbólica donde todos son maximalismos, todo aquello que se desarrolla dentro de sus límites tiene cabida en un nuevo análisis.
No obstante, a la par que nuevas realidades, también se ha puesto en evidencia aquellas que ya estaban presentes mas desde nuevas ópticas. Esto es, fenómenos como los populismos y el empleo de un discurso emotivizado tienen ahora más impresión que nunca. La predominancia de la opinión al hecho ha hecho que la política, en concreto, se haya adueñado de campos que no le correspondían: la esfera privada de las personas. Mediante sensaciones, el pueblo siente lo que transmiten sus líderes lejos de entender lo que proponen como medidas efectivas para solucionar la situación.
Asimismo, esto deriva en un sensacionalismo altamente peligroso puesto que asienta una crisis no solo económica sino de legitimidad institucional abanderada por la lógica populista. Paralelamente, este camino también lo están recorriendo en el ámbito europeo, desestabilizando un futuro próspero. ¿Hacia dónde vamos? Bien, pese a que sea difícil de augurar, al menos trataremos de entender qué está pasando.
ABSTRACT
As if it were a dystopian reality, we find ourselves immersed in challenges that have nothing to do with what we understood to be difficulties. Therefore, in view of this new hyperbolic situation where all are maximalisms, everything that develops within its limits has room for a new analysis.
However, at the same time as new realities, those that were already present have also become evident, but from new perspectives. That is, phenomena such as populisms and the use of emotive discourse are now more impressive than ever. The predominance of opinion has meant that politics, in particular, has taken over fields that did not correspond to it: the private sphere of individuals. Through sensations, people feel what their leaders transmit, far from understanding what they propose as effective measures to solve the situation.
This also leads to a highly dangerous sensationalism, since it establishes a crisis not only of the economy but also of institutional legitimacy, which is being led by populist logic. At the same time, this path is also being taken at European level, destabilising a prosperous future. Where are we going? Well, as hard as it is to predict, at least we’ll try to understand what is going on.
El populismo siempre ha tenido chivos expiatorios. Desde hace menos de diez años, la crisis migratoria; ahora, la crisis sanitaria y sus efectos degolladores. Sin quitar importancia a la magnitud de la situación, esta lógica está llevando a los ciudadanos a un estado colérico que, con una gestión ética, quizá se hubiera evitado.
Esta histeria colectiva, pese a que creamos que nuestro mundo interior está aislado, viene enardecida por factores externos que nos afectan como masa. Pero, ¿cuáles son esos medios que se están utilizando? Y, ¿en qué puede desembocar toda esta situación?
En un primer lugar, temas como el número de muertos por día y la contabilización de casos según el país, son escuchados cotidianamente en nuestros hogares y la mayor parte de ellos, con datos confusos e incluso, contradictorios según su procedencia. De esta manera, las familias que se hallan encerradas en sus casas están siendo víctimas de una masificación informativa que hace que su criterio no sea ajustable a parámetros fiables. Pero esta no es el único síntoma de nuestra cólera.
En un segundo momento, nos encontramos con que nuestros líderes políticos -ya estén en la oposición o en el poder- atienden más a la sugestión de emociones -como la ira- contra la gestión de otros agentes que a la propuesta de soluciones para paliar los efectos de esta crisis, véase la gestión del gobierno de los países sureños o las posturas de los países contrarios a la emisión de los eurobonos. De esta forma, el miedo preexistente se refuerza con el anterior bombardeo de noticias y se reviste de indignación. ¿De qué? De todo, aunque no se sepa muy bien el porqué.
Además, hay que tener en cuenta que, fuera de colorear a estos partidos políticos según tendencias ideológicas, todos responden a esa característica transversalidad populista cuyo objetivo se está cumpliendo: la población les tiene en cuenta más que nunca. Ahora mismo, con sus declaraciones guían los diferentes criterios que se asocian a ellos. Así quizá en las próximas elecciones les voten, ¡quién sabe!
Entonces, viendo ambas perspectivas, llegamos al quid de la cuestión: la opinión prevalece al hecho. Ahora mismo, un vídeo de un sanitario desesperado es más fidedigno que el recuento de la OMS y sus estadísticas. Esto es, estamos ante la posverdad y su objeto circunstancial; en este caso, la salud.
No obstante, si a lo largo de este escueto esquema, se han llegado a asustar. Prepárense. Esto tan sólo eran los medios sintetizados que se han utilizado para atraer a la población. Es decir, nada novedoso: llevan utilizándose mucho más tiempo. N. Chomsky hizo hasta un decálogo de estas técnicas manipuladoras. Mas lo realmente alarmante puede derivarse a partir de ahora, ¿cuál puede ser su manifestación en la esfera institucional?
Es evidente que estamos ante una crisis de legitimidad. El puente que tiempo atrás unía a la esfera pública y a la esfera privada del individuo, se está derruyendo y en este momento, las ruinas son más visibles que nunca.
Esto es, en lo referente a la esfera pública habrá que acudir a las medidas que se han de adoptar. Pero en vez de calibrar las medidas futuras a medio plazo, es decir, una vez se termine esta parálisis temporal, tan solo encontramos medidas de supervivencia impuestas por la intromisión previa de esa esfera privada individual.
Esta se corresponde a una realidad práctica donde, en teoría, sus asuntos no deberían de abarcar más importancia que la que tienen, secundaria. No obstante, se invirtió el orden y al haberse impuesto como punto principal de la agenda, nos encontramos ante un momento en el que cuando las medidas son necesarias, por mucho que nos pese, siempre van a llegar tarde. Por eso, estamos frente a un cortoplacismo entendido como mal endémico.
Sin embargo, un asunto resalta entre los muchos otros que ocupan esta esfera privada. Junto a las técnicas de manipulación antes aludidas, este no es un tema completamente novedoso ni innovador. Aunque sí que tiene un matiz distintivo: en este caso, la pertenencia o no a una estructura no responde a la estatal sino a la de una organización: la Unión Europea.
El euroescepticismo es un tema recurrente en estos tiempos. Antes de entender qué es realmente un eurobono y sus requisitos, cualquier ciudadano europeo del sur sabe que Holanda, Alemania y Austria no nos lo quieren dar. Es decir, no sabemos qué es lo que no nos quieren dar pero sí que son países insolidarios. Así bien, este asunto a priori secundario se convierte en principal de la agenda. Y, al tratarse como tal, se convierte en un problema público.
Este nuevo renacimiento nacionalista frente a Europa, es obviamente un reto. Viene sustentado por emociones superfluas, nada objetivo argumenta que Europa sea el problema y una nueva salida la solución. Por ello, ante este panorama deberíamos de plantear una nueva tesis. Pero antes de defender un sentimiento europeísta, habrá que definirlo, al igual que cada estado ya se ha encargado de crear el suyo propio.
¿Cuál es esta definición? Los padres fundadores se encargaron de estructurar un sistema donde la seguridad jurídica y la paz fueran bandera de una nueva Europa. Mas esto, ahora, no es suficiente. Necesitamos un tercer “Concilio de Vaticano”.
Martha Nussbaum aporta con su ideal cosmopolita una posible solución. El futuro europeo debe ser aquel que conociendo la idiosincrasia de su país, no caiga en el patrioterismo y le sepa dar la importancia necesaria al conocimiento de la historia y su circunstancia en relación a otros estados. Asimismo, fortaleciendo sus instituciones -en pos del patriotismo constitucional de Jürgens Habermas- este problema podría ser guillotinado.
Aunque esta es solo una opción, la realidad es que queda mucho camino por recorrer y las trampas son varias: el desconcierto informativo, el asedio emocional, el cortoplacismo endémico, etc. El futuro es desconcertante pero si en algo estamos de acuerdo, es que…los populismos en tiempos del Covid-19 no son un buen augurio.
ISSN 2340 – 2482
Palabras clave: populismo, legitimidad, pueblo, emociones, miedo, euroescepticismo, cosmopolitismo, cortoplacismo
Keywords: populism, legitimacy, people, emotions, fear, euro-scepticism, cosmopolitanism, short-sightedness
BIBLIOGRAFÍA
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NUSSBAUM, M.: Patriotism and Cosmopolitism. The Boston Review, 1994. Publicado el 24 de enero de 2007 a las 11:17 a.m. Disponible en: http://www.oneworlduv.com/wp-content/uploads/2011/06/patriotism_cosmopolitanism.pdf (consultado el 1 de abril de 2020)
ZARZALEJOS, J.A. et al: Comunicación, periodismos y «fast-checking, UNO. La era de la posverdad: realidad vs. Percepción, marzo 2017, núm 27.
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