Blanca Garrido Martín; Bamako, Mali
Queridos lectores, les quiero presentar fragmentos de un diario de viaje que he ido haciendo desde ese 9 de marzo de 2020, con mis dos años de aniversario en Mali, me gustaría compartirlo con vosotros. Por algunas cuestiones de privacidad hacia otras personas he suprimido algunas historietas, pero intento guardar la misma esencia mágica que proyecta estar aquí.
Me presento, mi nombre es Blanca Garrido Martín, graduada del doble grado de Relaciones Internacionales y Economía. En mi paso por la Universidad Rey Juan Carlos, conozco al Doctor Alberto Muro, quien nos abre las puertas de África a mí y a mis compañeras de expediciones. Él me anima a continuar mis estudios para, quien sabe, realizar un Doctorado, así que me apunto a un Máster Oficial Universitario de Migraciones Online por la Universidad Pontifica de Comillas. A pesar de que Alberto no tiene nada que ver con esta universidad, me aconseja sobre el tema de estudio para mi Trabajo de Fin de Máster: un estudio sobre el rol de la defensoría del pueblo en las migraciones en Malí (el cual fue aceptado para ser publicado en forma de artículo en el IEEE). Para ello, me propone ir a Bamako, a Mali, donde podré estar en terreno durante tres meses, mientras sigo con mi Máster y hago el TFM. Gracias al contacto con un profesor de la universidad de Kabala de la Facultad de Ciencias Humanas y Letras, el Doctor Brema Ely Dicko, conoceré a cientos de personas nuevas, malienses, nigerinos e incluso españoles. Viviré en el campus de Kabala, a 30 kilómetros de Bamako, no será fácil al principio. De hecho, no pocas son las personas que me intentan convencer de no ir a través de miedos y recomendaciones de seguridad. Es cierto que Mali está en conflicto armado desde 2011 y los grupos terroristas son muy potentes en muchas regiones. De hecho, no se puede salir de la ciudad de Bamako, y justamente, Kabala está fuera de esas líneas…El propio Alberto, se preocupa por mí, pero yo decido tomar todas las responsabilidades y embarcarme en este maravilloso viaje…
Día 1. Es 9 de marzo de 2020, salgo del aeropuerto de Casablanca, en Marruecos, después de pasar unos días con mis amigas de allí (realicé un MUNDE en mi tercer año en una universidad en Rabat, Marruecos). Hago una escala en Dakar donde, al parecer, se queda mi maleta. El Doctor Brema Ely Dicko (en adelante, Brema) viene a buscarme al aeropuerto, mi maleta no está, enseguida congeniamos y vamos a cenar una carne asada en uno de los puestos de la ciudad, primer impacto maliense: Hay un voluminoso trozo de carne colgado de un gancho, de ahí, la cogen y la cocinan en una especie de hoguera, comemos en un lugar oscuro, con las manos y bebemos un refresco muy azucarado de piña. Después vamos hacia la residencia universitaria, allí entramos a mi habitación, muy sucia, todo lleno de polvo, pero sabía que iba a ser mi lugar. No tengo ropa, ni sábanas ni me puedo duchar porque no hay agua. El Doctor me presenta a unos chicos del Máster, muy simpáticos, uno de ellos destaca sobre el resto por su simpatía, se llama Sidibe, vive cerca de la universidad. Después hablo con las chicas de la habitación de en frente, muy cariñosas. Se llaman Mariam y Aichata. Duermo encima de mi sudadera y un peluche de elefante como almohada que me suelo enganchar de la mochila cuando viajo. El calor es pasable porque hay un ventilador en la habitación, hace ruido, pero caigo rendida.
Día 2. Me despierto y he quedado con Brema a las 7h para ir al centro de la ciudad, me deja en la Biblioteca Nacional, hay una sala de lectura pequeña para las personas, no tiene wifi ni aire acondicionado y la época de calor va azotando fuerte. Todos son hombres salvo dos chicas que me sonríen. Voy al baño y no funciona ninguna cadena, todo lleno de mosquitos, ese fue mi segundo impacto. Voy al restaurante y pido un zumo de flor de Jamaica, un bissap. Brema viene a buscarme y vamos juntos a Kora, un lugar donde van los locales más acomodados y se sirve alcohol, se escucha música y hay buen ambiente. Pruebo la cerveza de aquí, Castle, me gusta, con mucho alcohol al parecer. Llamamos al aeropuerto y mi maleta había llegado. Vamos a recogerla, por fin tengo todo. Pasamos para comprar unas cosas en el supermercado. Compro unas chocolatinas a unas niñas que hay en la cola. Es fascinante cuántos niños hay por todos lados, y lo cariñosos que son. Llegamos a la residencia y me habían limpiado mi habitación. Coloco las cosas con Brema. Él me deja en el comedor, son ya las 19h y está todo muy oscuro, no hay luces que iluminen el camino. Llamo a Sidibe y me acompaña mientras ceno, es un plato de alubias con pescado y cebolla, riquísimo, pero unas cantidades enormes. Viene también el responsable de los alumnos del Máster de migraciones, el señor Koné. Me deja en la residencia. Allí vuelvo a ver que no hay agua, mis nuevas amigas, Mariam y Aichata me dan un cubo que tenían lleno de agua y me ducho con él. Me voy a la habitación, coloco mi ropa y duermo.
Día 3. He quedado con Sidibe para desayunar a las 9 en el comedor. Me ponen una especie de tortilla francesa con verduras y pan, para beber leche en polvo con azúcar caliente. Sidibe me explica que me ponen tanta comida porque soy una invitada en su país. Me voy a la facultad con Sidibe. Él tiene una reunión con su tutor de TFM y yo trabajo en el despacho de Brema. Hoy Brema está en la ciudad en unos talleres. Cuando Sidibe acaba vamos a la enfermería para que me hagan una revisión y poder entregar que estoy en buen estado de salud para llevar los papeles a la administración y pagar la habitación. El médico es un poco peculiar, me pregunta si estoy casada, en fin, me acabaría acostumbrando a eso. De hecho, se sorprende que con 23 años no esté casada. Volvemos a la facultad, pero Sidibe se ha dejado las llaves en su mochila, las tiene un amigo suyo y están en casa de otro amigo. Vamos a recuperarlas, es una granja de pollos. Me invitan a quedarme y tomar té con ellos, son jóvenes que han empezado como empresarios de crianza de pollos. Verdaderamente muy simpáticos. Discutimos sobre la migración. Me sorprende porque la mayoría de ellos están en contra de la migración hacia Europa. Opinan que deberían estar cerradas las fronteras para que las personas malienses no abandonen su país por trabajar en trabajos casi peores que en el propio país de Malí. Argumentan que desestabiliza el país, las personas se van, nadie crea empresas, los cualificados se van, los que no también. Quedan las personas que no son activas, que no tienen esa fuerza y capacidad para emprender tareas complicadas. Acabo mi té y vuelvo al campus. Me voy a la habitación de mis amigas y comemos juntas. Han preparado una especie de fideos en modo “pasta”. Me voy a la ducha, me empieza a gustar tirarme cubos de agua, hace calor y me espabila. Después, tras leer en mi habitación, me voy a dormir.
DIA 5. Me levanto, veo a Mariam quien me da los buenos días, acaba de rezar. Ya que estoy os hablo un poco de ella, está estudiando el Máster de Ingeniera de Caminos. Lleva prometida muchos años, pero no quiere casarse hasta terminar los estudios. Además, es la delegada del campus del piso de las chicas. Continuo, he quedado con Aichata para ir a la facultad andando. Hoy es viernes, Aichata va a irse a la ciudad a pasar el finde. Llego a la facultad y me paso allí la mañana. Entra un vendedor al despacho, vende perfumes, cepillos de dientes… Conversamos un rato, parece muy buena gente. Él estudió para chef, pero como no encuentra trabajo de eso, se dedica a vender de forma ambulante. Se marcha, ya son las 15h, no tengo apetito en este país, pero a las 15h voy a explorar el comedor de la facultad. Llego y hay una especie de evento donde hay toubabous (blancos occidentales) con gente de la universidad de aquí. Van vestidos con ropa maliense. Los blancos ni se fijan en mí y los malienses me miran pensando: “mmm… no es de ellos, no es de nosotros tampoco…”. Me acerco a la barra, quería pedir un zumo o algo ligero, pero sin darme cuenta ya me están sirviendo el plato del día: arroz con una salsa de tomate y carne. Una chica se acerca para ofrecerme agua. Es muy simpática, me pide el número y se va. Yo mientras leo mis apuntes. Voy de nuevo a la facultad. Termino más o menos todas mis tareas, viene el señor Koné y se ofrece a llevarme al campus en moto. Volvemos y me quedo con Mariam. Está preparando rosquillas, amasando y haciendo la forma. Ayudo a Mariam con las rosquillas. Vienen más amigos. Nos ponemos a cenar todos juntos, una especie de fideos con patatas. Este es el hecho, los hombres pagan un montante a la semana y Mariam y Aichata se encargan de cocinar y dan las cenas, así que me dice que yo, como mujer, cocino y no pago. Como os podéis imaginar discutimos de género, de la igualdad… pero bueno, poco a poco, o como dicen aquí “doni doni”. Cuando las rosquillas se están haciendo se va acercando gente, quieren comprar. La verdad es que huele de maravilla. Me lo estoy pasando muy bien y mi bambara va mejorando cada día. La gente nos ve desde fuera, se acercan para verme (porque soy la única toubabou del campus) y mi compañera aprovecha para vender sus rosquillas. Vigilo la sartén mientras Marian reza y cuando termina me voy a dormir.
DIA 8. Brema me llama al móvil, viene a buscarme. Me visto rápido y voy. Entramos en la Comisión Nacional de Derechos Humanos, CNDH. Un lugar pequeño. Nos recibe el Presidente. Le comentamos porqué estoy ahí y qué necesito. Me dice que me pondrá en contacto con quien lleva el tema de migraciones. Después Brema me deja en la Biblioteca Nacional. Tras pasar el día con mi Trabajo de Fin de Máster y pasando a limpio notas que iban recopilando de libros de la Biblioteca, Brema viene a recogerme. Paramos a comer la carne asada del primer día, hoy hago una semana en Bamako. Vuelvo a la residencia, mis amigas me esperan. Me voy a la ducha y lavo algo de ropa en un cubo. Al terminar, me voy a la habitación de las chicas y me corto el flequillo. De vez en cuando entra gente en la habitación, a algunos les conozco, otros se presentan. Hay dos chicos que entran para hablar con Mariam, quieren presentarse a las elecciones y necesitan su voto, se van después de que uno de ellos flirtea conmigo. Aparece Isa, un compañero de clase de Maryam, con su moto, me llama para irme con él a comprar unas cosas. Me fascina hablar con él, viene de la región de Gao. Mientras vamos en la moto me cuenta que para visitar a la poca familia que le queda allí tiene que ir con un vuelo de Bamako a Niamey (Níger) y de allí cruzar la frontera en autobús, aunque hace más de tres años que no iba. Volvemos, cenamos todos juntos. Aichata está triste, tiene 25 años y aún no está casada, entonces los chicos bromean y la llaman “vieja”. Después de conversar y debatir chicas contra chicos, nos vamos a la cama.
DIA 9. Me recoge Brema a las 7.30h. Vamos al CIGEM (Centro de Información y Gestión de las Migraciones). Nos reciben calurosamente. Tengo una entrevista con el Director General. Hablamos durante hora y media. Estduió 10 años en la Unión Soviética. Hablamos especialmente de las remesas y me cuenta los efectos negativos que producen las emigraciones de los malienses. Es curioso porque la mayoría de las personas con quien hablo, no quieren la emigración… pero claro, estoy en Bamako, aquí hay más oportunidades económicas y de estudios. Salgo muy contenta y como el Parque Nacional está al lado, me doy una vuelta. Luego me cojo un taxi. Llego y me ven por el campus mis amigos. Recibo la noticia de que suspenden las clases por tres semanas por culpa del coronavirus. Después llega Aichata a mi habitación, hablamos un poco. Me voy a la ducha y después Mariam me hace trenzas. Están maravillosas y en dos minutos. Salimos en moto al mercado de Kabala, una zona mucho más pobre que otros mercados de la capital. Volvemos y nos ponemos a preparar la cena. Vienen los chicos, cenamos y me voy a dormir.
DIA 11. Me levanto, llamo a Brema y me comunica que cierran el campus. Voy corriendo a decírselo a Mariam, estamos muy sorprendidas. Decidimos qué hacer. Yo por el momento estudio y trabajo en mi habitación. Vienen a visitarme Rasak, un chico nigerino y Sidibé. Les saludo, pero sigo trabajando, no sé cuánto tiempo más estaré en Mali y tengo que acordar unas entrevistas. Después, acompaño a Mariam a la enfermería, le duele la cabeza. Vamos a la boutique a comprar pan y agua fría. No tienen agua fría. Volvemos a casa. Mariam se va a dormir y yo me como pan con Nocilla y sigo trabajando. Me pongo a hacer la maleta. Me voy con Mariam unos días a su casa. Está hecho. Todos los alumnos se tienen que ir antes del viernes a las 16h, hoy es jueves. Mariam y yo nos ponemos a ver Frozen. Llamamos a un taxista para acordar la cita mañana por la mañana. Decido llamar a Sidibé para despedirme de él y tomar un zumo. Nos sentamos en un banco en el campus, hablamos de todo. Me despido de él y voy a ver a Mariam. De repente se apaga la luz, se acabó, un corte eléctrico en Kabala. Vamos a la habitación de los chicos. Decidimos subir a la terraza. Mucho mejor, se está más fresquito, hablamos de las estrellas, de los vuelos internacionales… Mariam encuentra una rama de espiga, jugamos a lanzamiento de jabalina. Bajamos, me ducho rápido con mi cubo y voy a la cena. Es pollo con patatas, riquísimo. Nos quedamos en la habitación, pero nos vamos a dormir pronto, esto de que no haya luz cansa.
Y así 719 días más…
Cerraron el campus sí y me tuve que buscar otro lugar, cerraron todas las fronteras y no había vuelos de repatriación españoles, pero bueno, en definitiva, pasaron los meses y quiero que sepáis que me quedé, por amor a una persona, pero también a Malí, así que me mudé a Bamako y encontré trabajo como “local” en una ONG estadounidense con la cartera de sensibilización contra la Mutilación Genital Femenina. Tras ello, tuve una experiencia durante un año en una escuela de negocios maliense como responsable del departamento de desarrollo internacional. Aprendí muchísimo, seguí conociendo a los malienses, su cultura, sus eventos… No podría estar más agradecida de haber tenido esa gran oportunidad. Desde noviembre de 2021, estoy con una beca de jóvenes cooperantes en la Unidad Exterior de la Agencia Estatal de Cooperación Española y Desarrollo (AECID) en la Embajada de España, me he pasado al lado “toubabou”, pero mis amigos y mi corazón se queda con todo lo que he vivido con los malienses. Es por ello, por lo que os animo a explorar este tipo de oportunidades para seguir creciendo, descubriendo, aprendiendo y, en definitiva, viviendo.
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