ORGANIZACIÓN PARA EL FOMENTO DE LOS ESTUDIOS INTERNACIONALES

Y lo mejor es, que acabo de aterrizar en Dakar

Sara Jarillo Zurdo; Dakar, Senegal; 14 de febrero de 2022

Delta del Saloum febrero 2022. Sara Jarillo Zurdo

En enero de 2021 trabajaba en horarios rotativos nocturnos para ahorrar y pagarme un máster que aún no había decidido y que me sentía arrastrada a hacer al terminar la carrera universitaria.  A su vez, hacía por las mañanas las prácticas de la universidad en una ONG local española llamada ICID (Iniciativas de Cooperación Internacional al Desarrollo) con el fin de sentir de cerca la cooperación internacional e ir probando las ramas que me ofrecía mi carrera de Relaciones Internacionales, planteándome si realmente iba a serme útil. El hecho de que compañeros míos de universidad hubiesen tomado caminos distintos a las Relaciones Internacionales o incluso escucharlos afirmar «esta carrera no lleva a ninguna parte» me asustaba, me apagaba la ilusión y me llenaba de incertidumbre.

Tales eran mis dudas e inseguridades que no sabía cómo afrontar mi Trabajo de Fin de Grado. Me preguntaba qué iba a darme más salida, si centrarme en el continente asiático y retomar las clases de chino, aunque lo que me apasionaba desde los trece años era la lengua árabe o, por el contrario, dejarme llevar por el corazón y escribir sobre el Norte de África. Para entonces lo único que tenía claro era que Alberto Muro fuera mi tutor, y a raíz de ahí, sin decirme qué hacer, hizo que me encontrara.

Cuando Alberto me propuso participar en Expediciones recuperé la ilusión que había perdido. Empecé a pasar horas en Google Maps mirando las calles de Dakar, a tomarme más en serio las clases de francés que estaba dando y enfocarlas a la vida local que podría tener allí, escuchaba música afrobeat y realmente me imaginaba allí.

Todos los días a las 9:30 de la mañana cuando sacaba a pasear a mi perro, se sentaba un hombre negro en el banco de enfrente de mi casa en Madrid, a comerse un bocadillo. Tardé varias semanas en preguntarle si era senegalés, porque igual parecía una entrometida, pero aquí lo normal es comunicarte con todo el mundo, porque un niño, un taxista o una mamá senegalesa, tienen algo interesante para decir y que merece la pena que se sepa. Desde ese día, hablaba con Assane sobre las costumbres y curiosidades de su país, y he de decir, que es incluso mejor de lo que me describía.

Ìle de Gorée febrero de 2022. Sara Jarillo Zurdo

Ahora soy yo la que tiene el poder de describir esto a mi familia y amigos. En especial a mi abuela. La primera vez que la llamé se puso a llorar porque se pensaba que no iba a saber de mi en unos meses, que aquí no habría internet y vivía en una tribu. Siempre he pensado que mi abuela estaba muy adelantada a su época a pesar de no haber salido de Navalmoral de la Mata, que, aunque es un pueblo muy grande de la provincia de Cáceres, no deja de ser un pueblo. Pero qué puedo decir, si hasta nosotros, los jóvenes, tenemos prejuicios sobre África.

Es curioso cómo desde niña he escuchado sus historias y ella ahora escucha atentamente las mías. Ha habido un cambio de roles. «¿Qué más has aprendido hoy?», «¿Y qué te han dicho?» o «¿De verdad tienes un Alcampo al lado de tu casa?». Cada día está más puesta en el tema, solo falta que pruebe el bui, un zumo hecho con pan de mono (el fruto de los baobabs) que no solo está muy bueno, sino que contiene mucha vitamina C y eso a las abuelas les encanta. El baobab, por cierto, es todo un símbolo en Senegal, alimenta, cura y está muy relacionado con la misticismo africano, cuenta la leyenda que el baobab era un árbol vanidoso y por eso Dios lo castigó plantándolo al revés. Va a ser verdad porque sus ramas parecen raíces.

Monument de la Renaissance Africaine febrero de 2022. Sara Jarillo Zurdo

La vida local es maravillosa y me siento cómoda en ella. Llevo poco tiempo para decir eso, pero es la verdad. Hasta hoy, me gusta ver combates de lucha senegalesa en la playa de Ngor, ir a la Corniche a ver regresar a los pescadores con un pez espada en sus pirogues, y que lo laminen y vendan a la orilla del mar, regatear, comer yassa poulet y soltar palabras en wolof y ver las sonrisas de la gente cuando dices «Jërëjëf» (gracias en wolof). Como si de un agradecimiento por intentar integrarme en la sociedad senegalesa se tratase. Pero ¿cómo no hacerlo? Me lo ponéis tan fácil. Si cuando entro en una boutique las mujeres nos sonreímos entre nosotras, sin conocerte de nada te preguntan por tu familia, te abren las puertas de su casa, te invitan a comer su comida y a abrazar a sus hijos.

Delta de Saluoum febrero de 2022. Sara Jarillo Zurdo

Eres parte de la comunidad sin excepción y te lo hacen saber. Quién me iba a decir a mi que viviría tan apasionadamente la final de la Copa de África, yo, que no he visto un partido de fútbol entero en mi vida, y celebrar la victoria de Senegal como si los colores de la bandera fueran los míos.

Ìle de Gorée febrero de 2022. Sara Jarillo Zurdo

Hace unos meses mi familia me decía: «¿Senegal, Sara?», «¿no había otro país?», «¿no es mejor que vayas a un país europeo?». No, tiene que ser este país, ahora lo sé. Y lo mejor es, que acabo de aterrizar en él.

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